Génesis de un conflicto
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Foto: Asamblea de vecinos |
En el verano del año 2005, la
instalación de tendidos eléctricos y el trabajo de obreros de la empresa
EDESUR, sobre la calle 145 intersección 21 (complejo de la fábrica Rigolleau), alertaron a los vecinos del barrio Rigolleau en
Berazategui sobre la construcción de algo que desconocían por completo: una
subestación eléctrica.
Esto los movilizó instantáneamente
a interiorizarse en los efectos que una construcción así podría ocasionar para
sus vidas. Las primeras averiguaciones de los vecinos no los llevaron muy
lejos: En la localidad vecina de Ezpeleta se encontraba la Subestación Sobral,
la cual estaba teniendo efectos devastadores para los habitantes de las zonas
aledañas. Casos de cáncer, leucemia,
malformaciones son el saldo terrible de la exposición a los campos
electromagnéticos que sufrieron los habitantes de esa zona
Así se inició el largo camino de
resistencia a la Subestación Rigolleau. Los vecinos, movilizados, eligieron el
camino de la demanda tanto al municipio como a la empresa proveedora de energía
eléctrica, Edesur.
Microteslas
La legislación Argentina va a
contramano de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
mientras la OMS señala que cualquier exposición a campos electromagnéticos
superior al 0,3 % de microteslas es dañino para la salud, la legislación
nacional aclara que el máximo permitido en espacios electromagnéticos es de 1,3
%.
La Subestación Rigolleau supera
los límites indicados por la OMS aunque se sitúa por debajo de los límites de
la legislación nacional, lo que generaba de antemano una batalla ganada para la
empresa eléctrica, ya que ante la justicia la misma no estaba incumpliendo lo
que estipula ley sobre los campos electromagnéticos.
Sin embargo, la ley Argentina
contempla los principios precautorios para los casos de riesgo a la salud y
daño ambiental. Este principio, se basa en la posibilidad del daño y en el
amparo al derecho de la parte posiblemente afectada. En el caso de la
Subestación Rigolleau el mismo debería haberse aplicado. No sucedió así. Hoy,
la Subestación se encuentra instalada y funcionando, exponiendo a los vecinos a
mediciones superiores a las indicadas en los datos de la OMS.
¿Y ahora qué hacemos?
El intendente de Berazategui,
Juan José Mussi firmó un documento ante los vecinos comprometiéndose a
recurrir, incluso si fuera necesario, a tribunales internacionales para
demandar a la empresa. Ignoraba, o quería ignorar que el Consejo Deliberante
ampliamente dominado por su fuerza política había autorizado la construcción.
Con la dilación y la negativa de
la medida precautoria para el caso de la Subestación Rigolleau, a los vecinos
no les quedó otra que resistir la construcción a la antigua:durmiendo sobre
las veredas, organizando turnos de custodia, lograron evitar que las máquinas
comenzaran con la realización de tareas en la zona.
El argumento por parte del poder
local de infiltrados políticos en el conflicto dio la excusa perfecta a este
para la solución salomónica del problema. Tres represiones con gendarmería, la
última, la más violenta de todas, dieron vía libre a la ocupación del barrio
por parte de la policía
La policía se encargó de la
custodia de las obras, incluso hasta pidiendo documentos a los vecinos de la
zona para chequear que vivieran en el lugar. También instaló paneles para
cubrir el trabajo de los operarios de la empresa. El barrio ahora parecía
literalmente un ghetto.
En el año 2010, paradójicamente,
el intendente de Berazategui sería nombrado por la Presidente Cristina
Fernández de Kirchner, secretario de medio ambiente. La designación les cayó a los vecinos como un
balde de agua fría. Si a nivel local no sumaban el apoyo del intendente, a
nivel nacional encontraban que ese intendente que poco se preocupaba por su
salud, era premiado con una secretaria para la cual desde su municipio no había
hecho méritos.
Efectos a cinco años.
Gustavo González es activista
vecinal y participó activamente de la lucha contra la instalación de la
Subestación. Indica Gustavo, que una vez instalada la misma, la lucha ya no es
igual. Las posibilidades de ganar la misma en la etapa previa eran mayores,
pero una vez puesta en funcionamiento la misma, en términos legales, sacarle es
demostrar casos.
En este sentido agrega Gustavo,
que los efectos no son inmediatos. Las microteslas son enemigos silenciosos a
largo plazo. Los primeros efectos en los residentes podrán notarse a cinco años
de instalada. La Subestación del barrio Rigolleau tiene apenas un año y meses de
puesta en funcionamiento
Si bien se están haciendo
estudios de la Universidad de La Plata, aún no se determinaron los posibles
efectos. El peligro de la salud por la exposición casi un 1% de microteslas
puede generar desde malformaciones en los niños que nazcan en la zona, hasta
casos de cáncer en los habitantes del barrio.
Hoy la Subestación funciona en un
barrio habitado. La justicia no tomó ninguna medida para proteger a los vecinos
o al menos para demostrar interés en su situación. De esta manera la Subestación eléctrica se
convierte en un ejemplo del desinterés de la política, la justicia y el
empresario por la salud de los ciudadanos. Los vecinos esperan con la
frustración de haber sido desoídos, el anuncio del primer caso de cáncer para
volver a la lucha.
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